Buscar en este blog

jueves, 15 de julio de 2021

Cuba, el 11 de julio, y el derecho a la ciudad

 


Con los pobres de la tierra

Quiero yo mi suerte echar

El arroyo de la sierra

Me complace más que el mar.

JM

            “La calle es de los revolucionarios” es una forma de ejercer con el lenguaje la exclusión, una manera de decirte que la ciudad no te pertenece, no tienes derecho a ella. A menos, claro, que seas revolucionario. Los procesos de exclusión social alcanzan su clímax en las ciudades por diversas razones. Las estructuras urbanas sincretizan diversas culturas, individuos, y por supuesto, posiciones sociales y políticas. En los márgenes de la vida de la ciudad, parte de ella y a la vez excluidos de ella, se encuentran los que no disfrutan de las ventajas de centro comercial y financiero, las poblaciones vulnerables, de bajos ingresos, concentradas casi siempre en áreas de mayor violencia física y psicológica.

            En la construcción social de las poblaciones objetivo, la deshumanización del otro es parte del discurso para ningunearlo. De esa forma se han tejido los mitos históricos que han facilitado la introducción de políticas racistas, misóginas, homofóbicas o de otro corte discriminatorio, en el mundo entero. Las estructuras de poder utilizan la estrategia de divide y vencerás en múltiples contextos, bajo diferentes circunstancias y con objetivos diferentes. El fin casi siempre es el mismo: subyugar a la obediencia a una parte de la población que es incómoda por algún motivo, que puede ser político, cultural, social o económico.

            Cuba ha construido un mito alrededor del “otro”, el que piensa diferente, el paria. Ese mito funciona en las dos orillas, por los dos extremos opuestos, de la misma forma: o estás conmigo o estás contra mí. No hay espacio para el disenso, para la búsqueda de un punto de inflexión, donde se encuentren los intereses de unos y otros. Con el tiempo, esos intereses se han polarizado y se han convertido en opuestos absolutos que no pueden coexistir. Entonces, el otro es un enemigo siempre, aunque no esté del otro lado, aunque comparta conmigo algunos puntos, aunque existan elementos de coincidencia, un acuerdo. Todo eso se va diluyendo entre los odios y los miedos, y un día solo va quedando el odio.

Los bayameses quemaron la ciudad antes que entregarla a los españoles. Ese acto histórico marca una de las primeras luchas en Cuba por el derecho a la ciudad. En la isla, la calle no es de los revolucionarios, ni la ciudad les pertenece en exclusivo. La ciudad es de todos. La ciudad que nos ha visto caminarla bajo el sol aterrillante de agosto buscando un muslo de pollo para los niños; la ciudad en la que nos hemos enamorado, llorado, reído y mojado en sus aguas turbias o transparentes; la ciudad de las colas y los boteros, de las guaguas repletas y de las paladares privadas. No hay un monopolio sobre las calles de la ciudad porque son de todos los que la habitamos y dejamos en ella un pedazo de alma y de desconcierto, los que le hemos trabajado y le hemos entregado la vida misma en cada esquina para que la ciudad brille. Todos, sin excepciones, los que vivimos el drama que es la ciudad, esa mole de concreto y asfalto que nos ha engullido y luego nos escupe transformados, somos también dueños de sus calles.

Hay que aprender de la historia, para no verla repetida. Ningún movimiento social con reclamos justos se ha podido silenciar con violencia. Recurrir a la brutalidad para negarle el derecho a su ciudad a algunos de sus habitantes es tan viejo como la humanidad. Hacerlo respaldado en el discurso del vandalismo sin distinciones ni matices, también. Es la forma primicia de exclusión social y política. Pero los ciudadanos van a luchar por recuperar ese derecho, tarde o temprano. Y si no pueden lograrlo a través del diálogo pacífico, la historia enseña que seguirán luchando, aunque tengan que quemar la ciudad hasta los cimientos, como los bayameses.

viernes, 11 de junio de 2021

En el puzzle del Ordenamiento

 


Cuba anunció anoche, durante la Mesa Redonda, que a partir del 21 de junio, y como medida temporal, las personas naturales no podrían hacer depósitos en USD. Hasta este momento, el USD ha operado como divisa de cambio en la economía cubana y desde que se anunciaron las reformas de la unificación monetaria, en el 2020, ha incrementado su tipo de cambio en el mercado informal de forma sistemática ejerciendo una presión inflacionaria sustancial en la economía. Es muy poco lo que puedo agregar a lo que mis colegas han dicho ya, así es que solo expondré mis ideas brevemente.

La disparidad del tipo de cambio oficial contra el del mercado informal –mucho más alto este último- unido al hecho de que el gobierno no vende dólares –medida que fue justificada con la escasez de esa moneda en las arcas nacionales- provocó el desplazamiento del mercado de dólares hacia el mercado informal que comenzó a mover entonces una cantidad considerable de esa divisa. Por razones lógicas, una proporción importante de esos dólares no ingresaban nunca al Banco Central y se movían constantemente en operaciones de compra-venta en el mercado informal.

Esta medida espera, posiblemente, incrementar la liquidez del BCC en el corto plazo. Anunciar que la fecha tope para depósitos en dólares es el 21 de junio fuerza a los poseedores de dólares a depositarlos de manera acelerada. De la misma forma, el efecto sobre la depreciación del peso cubano no se puede predecir en estos momentos. La tendencia natural del mercado a buscar alternativas y las opciones limitadas que va dejando la medida, obligará a desplazar las operaciones en MLC hacia otras monedas extranjeras. Algunos hablan del euro, y hay razones para creer que el candidato favorito puede ser la divisa europea. En cualquier caso, el costo de las remesas se verá afectado por los tipos de cambio del mercado que se sumará a los existentes costos de transferencia, ya de por sí, muy altos. La disyuntiva para los que envían dólares estará entre si enviar dólares en efectivo y que el receptor en Cuba corra con los costos del cambio, o enviar euros y el emisor corre con los costos en su país de origen. La otra opción sería transferir los dólares de forma directa y asumir los altos costos de transferencia. Como ya lo explicó Pavel Vidal, el costo del bloqueo se le está transfiriendo a la familia cubana.

Los dólares podrían seguirse comprando y vendiendo a ese precio que ya supera los 70 pesos cubanos –u otro al que se ajuste de forma natural- pero esta vez de tarjeta a tarjeta. El mercado encuentra, como la naturaleza, una salida. No siempre es la óptima, pero existirá. Puede ser esta u otra. Lo que pasa es que, en este caso, los dólares que se estarían moviendo no son físicos –en efectivo- y al final del día el estado ya los recaudó para realizar operaciones en el mercado internacional, que es lo importante, y ojo, necesario también.

Para aquellos que no reciben divisas y que hoy tienen que adquirirlas en el mercado informal y depositarlos en las tarjetas, esta política, aunque anunciada como transitoria, pudiera tener impactos aún más duros en su economía doméstica. De la misma forma que existe un mercado paralelo de dólares habrá un mercado paralelo de otras divisas, por ahora más escasas que el dólar, y por lo tanto, podríamos esperar que tan caras o más que este. En el cambio del euro por dólares el tenedor de euros tiene ventajas. En el cambio del peso cubano por euros, para depositarlos en la tarjeta en MLC, y que sea reevaluados en dólares en esa tarjeta al hacer las compras de los medios esenciales de vida en las tiendas habilitadas, es obvio que el tenedor de pesos pierde, y pierde dos veces. El peso cubano, en resumen, ha perdido funciones del dinero que hasta ahora cumplen otras divisas, y no las recuperará en el corto plazo.

La flexibilidad para adaptarse a los cambios de un país y una sociedad se mide en tiempos de crisis. Las crisis exponen las vulnerabilidades de los sistemas y ponen a prueba su capacidad para superarlas. La Tarea Ordenamiento aún está ajustando las costuras a la delicada situación nacional. Cualquier política pública debe contemplar sus múltiples impactos y sobre quiénes recaerá el costo fundamental de la política. Sobre todo, las políticas deben definir de forma clara quienes serán sus beneficiarios. Hasta ahora, el ganador de la Tarea Ordenamiento no ha sido el pueblo, ni sus más vulnerables componentes. A riesgo de sonar como disco rayado, me repito, la economía no es un ente abstracto que tiene vida propia en un vacío social. Nos impacta a todos, pero no de la misma forma. Comprender donde el impacto será mayor y aplicar políticas complementarias que ayuden a amortiguar su efecto es imprescindible en una sociedad que apuesta por la justicia social.

El bloqueo es un costo fijo en la economía cubana. Cuando se diseñan políticas, se conoce que está ahí y que su efecto es profundo y difícil de manejar. Por eso las políticas deben pensarse incluyendo al bloqueo como si fuera el huracán que nos devasta cada año. En otras palabras, hablar solo del bloqueo y obviar los elementos de manejo interno, en una mesa redonda donde se anuncia esta medida es subestimar la capacidad crítica del pueblo cubano. Eso, junto a los tropiezos visibles de la tarea ordenamiento, disminuye la confianza en las políticas públicas y en la gestión del gobierno. Aún esperamos las medidas complementarias más urgentes que pudieran ayudar al ajuste: redimensionamiento de la empresa estatal, por ejemplo, y la ampliación de las micro, pequeñas y medianas empresas. Todas las medidas anunciadas en este sentido son aún tímidas y muy limitadas. El tiempo es esencial en economía y en política, y no es infinito.


jueves, 7 de mayo de 2020

Respuesta al artículo “La bondad neoliberal de los entusiastas consejeros”, de Carlos Luque. Publicado en el periódico Granma el día 7 de mayo de 2020

EGranma de hoy publicó, a página completa, el artículo La bondad neoliberal de los entusiastas consejeros. Su mensaje primordial es criticar a los economistas cubanos que tratan de alertar sobre la necesidad de expandir la pequeña y mediana empresa privada nacional (PYMES) en las condiciones actuales de Cuba y el mundo. Con la brevedad que me permita este tema tan delicado, revisaré los argumentos brindados por el autor del trabajo y presentaré mis contra-argumentos. El Granma es el órgano oficial del PCC. Intuyo entonces que lo publicado en este periódico de tirada nacional es la posición oficial del gobierno de Cuba. Lo que se publica en el Granma, no queda en el Granma, para bien o para mal, queda para la historia. La historia rara vez perdona y va siendo hora de que se hagan trabajos de seriedad académica si se desea rebatir o debatir con académicos.

El primer argumento del periodista es que los economistas cubanos defensores de las PYMES no han considerado el panorama internacional de crisis económica y su potencial efecto en Cuba y el mundo. Eso es falso. La propuesta llega, precisamente, ante los peligrosos efectos de esa crisis mundial en nuestro país. Me explico. Primero, la diferencia entre la academia y el periodismo es que en la academia las elucubraciones tienen que ser explicadas, justificadas y respaldadas con evidencia teórica o empírica. El periodista nos demuestra que en el periodismo cubano eso no es necesario. Segundo, la crisis tendrá varios efectos, pero dos serán fundamentales en Cuba, y nos concentraremos ahí: contracción de inversiones -nacionales y extranjeras- y reducción significativa de los accesos a créditos internacionales. Resumen, nada de dinero para invertir, y nada de inversiones para impulsar la economía, crecer, y darle trabajo o mantener el nivel de empleo actual. Eso significa que tal y como pasó en los noventa veremos una contracción (que comenzó hace años ya) del empleo en el sector público cubano. El sector que lleva años creciendo y absorbiendo parte de la mano de obra cesante que el sector público (estatal) ya no puede ni tiene capacidad para absorber, es el privado. Del año 2009 al 2016, el sector estatal redujo el empleo en 998,800 puestos de trabajo. En el mismo período, el sector no estatal (privado nacional y cooperativo) aumentó sus puestos de trabajo en 517,500[i]. Absorbió así, más de la mitad de los que quedaron cesantes del sector público nacional.

El segundo argumento de este periodista es que no se deben proponer medidas precipitadas. ¿Precipitadas? ¿En serio? La expansión del trabajo por cuenta propia data de 1993. Las idas y venidas al respecto tienen mucho que ver con las propias idas y venidas típicas de las economías en cuanto a centralización vs. descentralización, y en el caso de los países socialistas como Cuba, en el antiguo debate teórico (y práctico) entre plan y mercado. En los ‘90 tuvimos que precipitarnos. La resistencia a tomar las medidas a tiempo retardó la toma de decisiones y empeoraron el impacto de la crisis. Espero que el periodista no esté sugiriendo que esperemos a tener el agua en los pulmones para tratar de salvar la economía y la sociedad cubana.

El tercer argumento del periodista se refiere a la fragilidad de las economías de mercado para lidiar con la crisis del COVID19. Bueno, algunas economías de mercado han fracasado masivamente. Hay, sin embargo, ejemplos exitosos en algunos estados capitalistas como Nueva Zelanda. Costa Rica, justo al doblar de la esquina, también ofrece un ejemplo interesante desde la perspectiva de Latinoamérica. Para ser estrictos, hay que ver TODOS los ejemplos posibles antes de lanzar ese tipo de afirmaciones categóricas. Los matices son importantes. Los sistemas de salud privados han fracasado en general en el manejo de esta crisis. Los sistemas de salud públicos la han manejado mejor. La moraleja es que la salud es un derecho humano, más allá de las ideologías políticas o los sistemas económicos.  

El otro argumento del periodista se refiere al caso especial de China. Estamos de acuerdo, China y Cuba son completamente diferentes. Pero, ¿lo son? Vamos a asumir, por el bien del debate, que sí. Los economistas cubanos no han afirmado categóricamente que se adopten acríticamente los ejemplos de China y Vietnam. Se trata de usar capacidades existentes para frenar o amortiguar el deterioro de las condiciones de vida de los cubanos. Muchas PYMES ya están ahí, los cubanos con capacidad y deseos de emprender nuevas iniciativas, también. Existe un sistema impositivo que ayudará al estado cubano a recaudar impuestos para la redistribución social. El turismo verá una contracción significativa en los próximos años. Su recuperación será de mediano a largo plazo. Cuba necesita desesperadamente, y la palabra la uso a propósito, reorientar y expandir su espectro de opciones para el crecimiento y desarrollo. Las PYMES nacionales parecen, a corto plazo, la opción más viable. No hay que caerle atrás a nadie en el mercado mundial, no hay que renegociar términos y condiciones de pagos y se alivia el estado cubano del peso de un grupo de problemas que podrían, al menos parcialmente, ser resueltos por las PYMES, incluida la absorción de una masa nada despreciable de cubanos que han visto o verán sus empleos desaparecer bajo el eufemismo de “disponibilidad”.

Dice el Granma que caemos en teorías conspirativas sobre la burocracia. Aquí ni me detengo. Si el periodista quiere debatir con seriedad sobre estructuras rígidas y burocráticas, que empiece por revisar GAESA, el OSDE más monstruoso y abarcador en nuestra economía, subordinado a las FAR. Un ejemplo claro de la centralización burocrática de poder económico y político en el país.

Antes de terminar, una aclaración al periodista. El trabajo ideológico no se hace detrás de un buró tecleando en una computadora sin solidez ni seriedad académica. De hecho, el trabajo político ideológico no se hace en abstracto. El socialismo tiene el deber de superar al capitalismo, no de sustituirlo. Bajo esa premisa, el socialismo TIENE que ser capaz de dar las herramientas al pueblo para que este satisfaga sus necesidades, al menos las básicas. La economía no es un ente abstracto que podemos ignorar y darle la espalda, o vilificar y transformar en nuestra enemiga ideológica. Las leyes de la economía de mercado operan sobre Cuba también, hacia lo interno y en sus relaciones hacia lo externo. Operan incluso en el proceso de planificación. Se tienen que contemplar y conocer para planificar. Los economistas no somos enemigos del pueblo y es hora de superar esa arcaica concepción que tanto daña al país. Los economistas SOMOS el pueblo también. Basta de creer que se hace ciencia en una torre de marfil sin buscar el ticket en la cola del pollo o estar horas en una parada esperando una guagua.

El nivel de empleo, los precios, los ingresos personales, son todos categorías que usamos los economistas, pero son índices sociales. Es cierto que algunos colegas pueden caer en tecnocracias o economicismos. Me consta que no son la mayoría. Y si esa es una preocupación, pues podemos comenzar a formar políticos públicos y administradores públicos en las universidades cubanas. Así tendremos expertos capaces de conciliar múltiples campos de las ciencias sociales, entrenados en adoptar una perspectiva multidisciplinaria para pensar estos temas y otros de más complejidad. Pero ojo, los políticos públicos y administradores públicos también saben de economía y trabajan con economistas.  

Por último, tengo dos preguntas para el periodista. Primero, me quedé esperando las razones por las que promover las PYMES en Cuba es una medida neoliberal. Segundo, ¿cuál es su propuesta alternativa? Por mucho que leí, no encontré ninguna.



[i] Vidal, P. (2018). Is Cuba's Economy ready for the 2018 leadership transition? . Cuba Study Group. Obtenido de: www.cubastudygroup.org