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viernes, 11 de junio de 2021

En el puzzle del Ordenamiento

 


Cuba anunció anoche, durante la Mesa Redonda, que a partir del 21 de junio, y como medida temporal, las personas naturales no podrían hacer depósitos en USD. Hasta este momento, el USD ha operado como divisa de cambio en la economía cubana y desde que se anunciaron las reformas de la unificación monetaria, en el 2020, ha incrementado su tipo de cambio en el mercado informal de forma sistemática ejerciendo una presión inflacionaria sustancial en la economía. Es muy poco lo que puedo agregar a lo que mis colegas han dicho ya, así es que solo expondré mis ideas brevemente.

La disparidad del tipo de cambio oficial contra el del mercado informal –mucho más alto este último- unido al hecho de que el gobierno no vende dólares –medida que fue justificada con la escasez de esa moneda en las arcas nacionales- provocó el desplazamiento del mercado de dólares hacia el mercado informal que comenzó a mover entonces una cantidad considerable de esa divisa. Por razones lógicas, una proporción importante de esos dólares no ingresaban nunca al Banco Central y se movían constantemente en operaciones de compra-venta en el mercado informal.

Esta medida espera, posiblemente, incrementar la liquidez del BCC en el corto plazo. Anunciar que la fecha tope para depósitos en dólares es el 21 de junio fuerza a los poseedores de dólares a depositarlos de manera acelerada. De la misma forma, el efecto sobre la depreciación del peso cubano no se puede predecir en estos momentos. La tendencia natural del mercado a buscar alternativas y las opciones limitadas que va dejando la medida, obligará a desplazar las operaciones en MLC hacia otras monedas extranjeras. Algunos hablan del euro, y hay razones para creer que el candidato favorito puede ser la divisa europea. En cualquier caso, el costo de las remesas se verá afectado por los tipos de cambio del mercado que se sumará a los existentes costos de transferencia, ya de por sí, muy altos. La disyuntiva para los que envían dólares estará entre si enviar dólares en efectivo y que el receptor en Cuba corra con los costos del cambio, o enviar euros y el emisor corre con los costos en su país de origen. La otra opción sería transferir los dólares de forma directa y asumir los altos costos de transferencia. Como ya lo explicó Pavel Vidal, el costo del bloqueo se le está transfiriendo a la familia cubana.

Los dólares podrían seguirse comprando y vendiendo a ese precio que ya supera los 70 pesos cubanos –u otro al que se ajuste de forma natural- pero esta vez de tarjeta a tarjeta. El mercado encuentra, como la naturaleza, una salida. No siempre es la óptima, pero existirá. Puede ser esta u otra. Lo que pasa es que, en este caso, los dólares que se estarían moviendo no son físicos –en efectivo- y al final del día el estado ya los recaudó para realizar operaciones en el mercado internacional, que es lo importante, y ojo, necesario también.

Para aquellos que no reciben divisas y que hoy tienen que adquirirlas en el mercado informal y depositarlos en las tarjetas, esta política, aunque anunciada como transitoria, pudiera tener impactos aún más duros en su economía doméstica. De la misma forma que existe un mercado paralelo de dólares habrá un mercado paralelo de otras divisas, por ahora más escasas que el dólar, y por lo tanto, podríamos esperar que tan caras o más que este. En el cambio del euro por dólares el tenedor de euros tiene ventajas. En el cambio del peso cubano por euros, para depositarlos en la tarjeta en MLC, y que sea reevaluados en dólares en esa tarjeta al hacer las compras de los medios esenciales de vida en las tiendas habilitadas, es obvio que el tenedor de pesos pierde, y pierde dos veces. El peso cubano, en resumen, ha perdido funciones del dinero que hasta ahora cumplen otras divisas, y no las recuperará en el corto plazo.

La flexibilidad para adaptarse a los cambios de un país y una sociedad se mide en tiempos de crisis. Las crisis exponen las vulnerabilidades de los sistemas y ponen a prueba su capacidad para superarlas. La Tarea Ordenamiento aún está ajustando las costuras a la delicada situación nacional. Cualquier política pública debe contemplar sus múltiples impactos y sobre quiénes recaerá el costo fundamental de la política. Sobre todo, las políticas deben definir de forma clara quienes serán sus beneficiarios. Hasta ahora, el ganador de la Tarea Ordenamiento no ha sido el pueblo, ni sus más vulnerables componentes. A riesgo de sonar como disco rayado, me repito, la economía no es un ente abstracto que tiene vida propia en un vacío social. Nos impacta a todos, pero no de la misma forma. Comprender donde el impacto será mayor y aplicar políticas complementarias que ayuden a amortiguar su efecto es imprescindible en una sociedad que apuesta por la justicia social.

El bloqueo es un costo fijo en la economía cubana. Cuando se diseñan políticas, se conoce que está ahí y que su efecto es profundo y difícil de manejar. Por eso las políticas deben pensarse incluyendo al bloqueo como si fuera el huracán que nos devasta cada año. En otras palabras, hablar solo del bloqueo y obviar los elementos de manejo interno, en una mesa redonda donde se anuncia esta medida es subestimar la capacidad crítica del pueblo cubano. Eso, junto a los tropiezos visibles de la tarea ordenamiento, disminuye la confianza en las políticas públicas y en la gestión del gobierno. Aún esperamos las medidas complementarias más urgentes que pudieran ayudar al ajuste: redimensionamiento de la empresa estatal, por ejemplo, y la ampliación de las micro, pequeñas y medianas empresas. Todas las medidas anunciadas en este sentido son aún tímidas y muy limitadas. El tiempo es esencial en economía y en política, y no es infinito.