El Granma de hoy publicó, a página completa, el artículo La bondad neoliberal de los entusiastas
consejeros. Su mensaje primordial es criticar a los economistas cubanos que
tratan de alertar sobre la necesidad de expandir la pequeña y mediana empresa privada
nacional (PYMES) en las condiciones actuales de Cuba y el mundo. Con la
brevedad que me permita este tema tan delicado, revisaré los argumentos
brindados por el autor del trabajo y presentaré mis contra-argumentos. El Granma
es el órgano oficial del PCC. Intuyo entonces que lo publicado en este periódico
de tirada nacional es la posición oficial del gobierno de Cuba. Lo que se
publica en el Granma, no queda en el Granma, para bien o para mal, queda para
la historia. La historia rara vez perdona y va siendo hora de que se hagan
trabajos de seriedad académica si se desea rebatir o debatir con académicos.
El primer argumento del periodista es que los economistas cubanos
defensores de las PYMES no han considerado el panorama internacional de crisis
económica y su potencial efecto en Cuba y el mundo. Eso es falso. La propuesta
llega, precisamente, ante los peligrosos efectos de esa crisis mundial en
nuestro país. Me explico. Primero, la diferencia entre la academia y el
periodismo es que en la academia las elucubraciones tienen que ser explicadas,
justificadas y respaldadas con evidencia teórica o empírica. El periodista nos
demuestra que en el periodismo cubano eso no es necesario. Segundo, la crisis
tendrá varios efectos, pero dos serán fundamentales en Cuba, y nos
concentraremos ahí: contracción de inversiones -nacionales y extranjeras- y
reducción significativa de los accesos a créditos internacionales. Resumen,
nada de dinero para invertir, y nada de inversiones para impulsar la economía,
crecer, y darle trabajo o mantener el nivel de empleo actual. Eso significa que
tal y como pasó en los noventa veremos una contracción (que comenzó hace años
ya) del empleo en el sector público cubano. El sector que lleva años creciendo
y absorbiendo parte de la mano de obra cesante que el sector público (estatal)
ya no puede ni tiene capacidad para absorber, es el privado. Del año 2009 al
2016, el sector estatal redujo el empleo en 998,800 puestos de trabajo. En el
mismo período, el sector no estatal (privado nacional y cooperativo) aumentó
sus puestos de trabajo en 517,500[i].
Absorbió así, más de la mitad de los que quedaron cesantes del sector público
nacional.
El segundo argumento de este periodista es que no se deben proponer
medidas precipitadas. ¿Precipitadas? ¿En serio? La expansión del trabajo por
cuenta propia data de 1993. Las idas y venidas al respecto tienen mucho que ver
con las propias idas y venidas típicas de las economías en cuanto a centralización
vs. descentralización, y en el caso de los países socialistas como Cuba, en el
antiguo debate teórico (y práctico) entre plan y mercado. En los ‘90 tuvimos
que precipitarnos. La resistencia a tomar las medidas a tiempo retardó la toma de
decisiones y empeoraron el impacto de la crisis. Espero que el periodista no
esté sugiriendo que esperemos a tener el agua en los pulmones para tratar de
salvar la economía y la sociedad cubana.
El tercer argumento del periodista se refiere a la fragilidad de las
economías de mercado para lidiar con la crisis del COVID19. Bueno, algunas
economías de mercado han fracasado masivamente. Hay, sin embargo, ejemplos
exitosos en algunos estados capitalistas como Nueva Zelanda. Costa Rica, justo
al doblar de la esquina, también ofrece un ejemplo interesante desde la
perspectiva de Latinoamérica. Para ser estrictos, hay que ver TODOS los
ejemplos posibles antes de lanzar ese tipo de afirmaciones categóricas. Los matices
son importantes. Los sistemas de salud privados han fracasado en general en el
manejo de esta crisis. Los sistemas de salud públicos la han manejado mejor.
La moraleja es que la salud es un derecho humano, más allá de las ideologías
políticas o los sistemas económicos.
El otro argumento del periodista se refiere al caso especial de China. Estamos
de acuerdo, China y Cuba son completamente diferentes. Pero, ¿lo son? Vamos a asumir,
por el bien del debate, que sí. Los economistas cubanos no han afirmado
categóricamente que se adopten acríticamente los ejemplos de China y Vietnam. Se
trata de usar capacidades existentes para frenar o amortiguar el deterioro de
las condiciones de vida de los cubanos. Muchas PYMES ya están ahí, los cubanos
con capacidad y deseos de emprender nuevas iniciativas, también. Existe un
sistema impositivo que ayudará al estado cubano a recaudar impuestos para la
redistribución social. El turismo verá una contracción significativa en los
próximos años. Su recuperación será de mediano a largo plazo. Cuba necesita
desesperadamente, y la palabra la uso a propósito, reorientar y expandir su espectro
de opciones para el crecimiento y desarrollo. Las PYMES nacionales parecen, a
corto plazo, la opción más viable. No hay que caerle atrás a nadie en el
mercado mundial, no hay que renegociar términos y condiciones de pagos y se
alivia el estado cubano del peso de un grupo de problemas que podrían, al menos
parcialmente, ser resueltos por las PYMES, incluida la absorción de una masa
nada despreciable de cubanos que han visto o verán sus empleos desaparecer bajo
el eufemismo de “disponibilidad”.
Dice el Granma que caemos en teorías conspirativas sobre la burocracia. Aquí
ni me detengo. Si el periodista quiere debatir con seriedad sobre estructuras
rígidas y burocráticas, que empiece por revisar GAESA, el OSDE más monstruoso y
abarcador en nuestra economía, subordinado a las FAR. Un ejemplo claro de la
centralización burocrática de poder económico y político en el país.
Antes de terminar, una aclaración al periodista. El trabajo ideológico
no se hace detrás de un buró tecleando en una computadora sin solidez ni
seriedad académica. De hecho, el trabajo político ideológico no se hace en
abstracto. El socialismo tiene el deber de superar al capitalismo, no de
sustituirlo. Bajo esa premisa, el socialismo TIENE que ser capaz de dar las
herramientas al pueblo para que este satisfaga sus necesidades, al menos las
básicas. La economía no es un ente abstracto que podemos ignorar y darle la
espalda, o vilificar y transformar en nuestra enemiga ideológica. Las leyes de
la economía de mercado operan sobre Cuba también, hacia lo interno y en sus
relaciones hacia lo externo. Operan incluso en el proceso de planificación. Se tienen
que contemplar y conocer para planificar. Los economistas no somos enemigos del
pueblo y es hora de superar esa arcaica concepción que tanto daña al país. Los economistas
SOMOS el pueblo también. Basta de creer que se hace ciencia en una torre de
marfil sin buscar el ticket en la cola del pollo o estar horas en una parada
esperando una guagua.
El nivel de empleo, los precios, los ingresos personales, son todos
categorías que usamos los economistas, pero son índices sociales. Es cierto que
algunos colegas pueden caer en tecnocracias o economicismos. Me consta que no son la mayoría. Y si esa es una preocupación, pues podemos comenzar a formar
políticos públicos y administradores públicos en las universidades cubanas. Así
tendremos expertos capaces de conciliar múltiples campos de las ciencias
sociales, entrenados en adoptar una perspectiva multidisciplinaria para pensar
estos temas y otros de más complejidad. Pero ojo, los políticos públicos y
administradores públicos también saben de economía y trabajan con economistas.
Por último, tengo dos preguntas para el periodista. Primero, me quedé
esperando las razones por las que promover las PYMES en Cuba es una medida
neoliberal. Segundo, ¿cuál es su propuesta alternativa? Por mucho que leí, no
encontré ninguna.
[i] Vidal,
P. (2018). Is Cuba's Economy ready for the 2018 leadership transition? . Cuba
Study Group. Obtenido de: www.cubastudygroup.org